Agricultores de Comunidad modelo de Villa Poppy se convierten en proveedores del Estado
Villa Poppy. - “Me siento como una heroína”, dice Griseida Ramírez, joven mujer que luego de la muerte de su padre tomó las riendas del trabajo en la tierra para mantener a sus dos hijos y a sus hermanas.
Ella es una de las manos productoras de Villa Poppy en Constanza, una comunidad formada por agricultores desalojados de Valle Nuevo y que hoy celebran el resultado de su dedicación y esfuerzo, de la mano del programa Social Supérate y con el acompañamiento de organismos como la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
“Yo cultivo, produzco y hago todo”, dice Griseidi con orgullo al ver la mesa abarrotada de lechugas que hace poco fueron sacadas de la tierra. Es una cosecha orgánica, bien cuidada y con la calidad suficiente para competir en el mercado. Han ido mejorando, perfeccionando las técnicas y tienen cada vez más control del cultivo.
Unas 50 familias viven aquí y todos coinciden: se sienten satisfechos, les va mucho mejor porque tienen otro tipo de vida. Tampoco es que sea fácil. Algunos extrañan la montaña, pero reconocen que ahora trabajan para ellos y esto les ha dado mejores ingresos y ha traído bienestar para sus familias.
“Hay mucho trabajo”, comenta Riquelma Taveras, madre y esposa que se une a las labores para construir un mejor futuro para sus hijos. “Estamos agradecidos porque Supérate nos ha ayudado mucho, hemos recibido capacitaciones y nos han tratado muy bien”, dice.
La faena en Villa Poppy inicia cada día a las 6 de la mañana. A la vera de sus casas les espera la tierra para la cosecha o para recibir nuevas siembras que estarán listas en pocas semanas. La mayoría de los cultivos ya están comprometidos pues con la ayuda del programa Agricultura Familiar de Supérate, lo que se produce en la comunidad ya no es solo para el consumo de las familias, ahora también da para la venta.
Una venta que ya no tiene intermediarios, sino que los mismos productores se encargan del comercio de su mercancía y de la administración de las ganancias, gracias a la formación de una cooperativa.
La directora general de Supérate, Gloria Reyes, así lo manifestó: “Nos mantenemos fomentando la producción agrícola, mediante el proyecto de Agricultura Familiar. Y estas iniciativas ya empezaron a generar frutos. A la fecha, nuestros productores y productoras han generado ventas por un valor superior a 1,788,672 pesos. Esto con cinco clientes directos y con las posibilidades abiertas de expandirse a nuevos hoteles, restaurantes y mercados internacionales”.
Fortaleza y unidad
El verdadero valor de la comunidad de Villa Poppy es la unidad de sus habitantes. Las actividades se desarrollan como en una sola familia en la que cada uno de sus integrantes está dispuesto a darse la mano.
Superando juntos los obstáculos, Villa Poppy y su cooperativa es un modelo que acaba de convertirse en la primera entidad de este tipo en obtener el Registro de Proveedor del Estado (RPE). Una noticia que los llena de júbilo pues les abre nuevas puertas.
“El trabajo que hemos realizado en Villa Poppy, junto a la FAO, la embajada británica, el Ministerio de Medio Ambiente, las familias de esta comunidad y una larga lista de aliadas y aliados, es innegable y se sostiene en el tiempo. Es la mejor prueba de que el desarrollo económico y social de nuestro país se alcanzará únicamente con la participación activa y comprometida de todos los sectores”, dijo Gloria Reyes durante el acto en el que la Dirección de Compras y Contrataciones Públicas (DGCP) hizo entrega formal del Registro de Proveedores del Estado (RPE) a la cooperativa Villa Poppy.
De su lado, el director general de la DGCP, Carlos Pimentel, felicitó y motivó a los comunitarios, “por convertirse en un modelo que contribuirá al desarrollo de las contrataciones gubernamentales sostenibles e inclusivas y el impulso del cooperativismo en el país. Cuenten con todo nuestro apoyo en este nuevo camino que impactará sus vidas y la de sus familiares”, expresó.
“Estamos contentos”. Así dijo Melvin Tejada, agricultor de 38 años. “Antes sólo producíamos papas y zanahorias, pero ahora tenemos una variedad de productos que ofrecer y tenemos compradores seguros. Hay que trabajar mucho, eso sí, pero lo hacemos sin problemas porque estamos viendo los resultados”, dice.
Gracias al acompañamiento y las técnicas ofrecidas por el programa Agricultura Familiar de Supérate, esta comunidad está produciendo variedades de vegetales para satisfacer las necesidades del mercado.